lunes, 21 de marzo de 2016

Por ti, yo...

Siento las lágrimas
más húmedas de lo normal,
intentando, de lo físico, escapar,
recordando lo que le prometí a mi moral:
No volver a sufrirte más,
aunque cada gota lleve tu nombre
y llegue a mi boca sabiendo mal.

 Rehuyo de tu mirada,
tu verbo de significado diferente,
y de ello debes ser consciente.
Mi total debilidad es lo único
que ahora, en tu presencia, veo.
Desnudo
y perdido en el infinito
al mirar.
Sé en perfección
lo gran imperfecto de la situación
e intento asimilarlo
con lágrimas y remordimiento,
con sangre y alcohol.

Aquí de nuevo,
entre las palabras más vacías,
mientras escarbo
en lo más extenso de mis arterias,
intentando reprimir mis nervios
a lo lejos ver tu sonrisa.

Sigo notando tu sangre fría
congelando la mía,
siempre la misma historia,
siempre nervioso,
siempre echando de menos
tus momentos de silencio,
 silencio que jamás
era perder el tiempo.

Todo se me ha ido de las manos,
no me queda más imaginación,
mis horas están cada vez más muertas.
Por ti,
he destrozado
cada uno de mis principios;
por ti,
he escrito
cada uno de mis malditos versos;
por ti,
he estrellado
cada una de las botellas cuando estaba perdido;
por ti
he sufrido
por cada una de tus ausencias en mis recuerdos;
de ti,
me he enamorado y me he derrumbado;
de ti,
tan solo necesito un "ven"
y al fin poder ser.

sábado, 12 de marzo de 2016

Recuerdos en los bolsillos

Él
busca esa mirada
con sus estúpidos aullidos de reojo.
Intenta sangrar, pero apenas siente dolor,
más que el que lleva en el bolsillo.
Llenaba sus bolsillos de recuerdos
y de amores que le llevaron 
al suicidio literario.

Su canción,
jamás quería volverla a escuchar,
no quería recordar 
a la musa,
a la dueña 
de su arte,
ese que le hacía sentir
tan libre y tan especial.

Vuelven las caidas de imperios,
sin que a él le importen una mierda;
la muerte de su alrededor
no es más que inexactitudes,
subyugadas a los pecados inentendidos
por el resto de personas,
maltrechas por sus corazones de cristal,
rotos en millones de pedazos;
la vida es tan solo
la efímera preocupación de existir
eternamente,
aunque solo sea en un pequeño recuerdo.

Para él,
eso es lo que ella era ahora,
un pequeño recuerdo
guardado en el bolsillo de atrás,
como una mota de polvo,
que solo le queda volar
tan lejos como pueda,
pero perdurando en ese recuerdo
tan eterna como la muerte
tan efimera como la vida,
tan grande como un imperio,
tan destruida como las ciudades caidas,
tan hermosa como la sentía
entre sus brazos.