lunes, 12 de diciembre de 2016

Un nuevo inicio

Me encuentro completamente harto,
harto de buscar entre los rincones
que todos intentar evitan,
harto de mal interpretar acciones
y perder cordura,
a favor de nombres efímeros.

Me mentiría a mí mismo
si dijera que los días vuelven a tener color,
si ni siquiera he podido volver a abrir los ojos.
Me aterra completamente
el ver más allá de mi individualidad.

Ya no puedo ni acercarme,
ni oír.
Ahora
solo quedan
 versos perdidos entre tus piernas.

Temo:
el volver a hacer que el silencio
no sea más tiempo perdido;
que vuelvan a temblar mis sentimientos,
y que se abran las heridas,
que muerto me habían dejado;
el volver al terrible principio,
y, como todas las veces,
no encontrar el final.

No quiero personificar, de nuevo,
un dulce imprevisto
que queme desde el tallo
hasta cada pequeña hoja.

Puede
que me duela más cuando me aciertan
que cuando me fallan.
Puede
que me asuste lo etéreo
que no pueda convertirse en eterno.
Puede
que las maneras no fueran las mejores,
pero me perdí de nuevo,
como tantas veces lo hice,
ya hace demasiado tiempo.

Todo es producto de mi imaginación
que como siempre,
me traiciona en cuanto te ve.
Quiero volver a ver,
lo que nadie jamás a visto en ti.
Volver a verte recién levantada
agarrada a un cigarro.

jueves, 4 de agosto de 2016

Dolor en las palabras.

Dicen los versos
que ansían tus besos,
que basta ya de tantos destrozos,
a este corazón, en pozo,
que tantos recuerdos desbrozó.

Revientan los llantos
entre miles de anocheceres, aullando,
después de ese último adiós
en el que casi me dejé la voz,
temiendo
que mi ropa perdería tu olor.

Intento sanarme con otros labios,
mientras te maldigo en silencio
por dejarme sin mundo,
naufragado
y sin rumbo.

Sé que es ilógico,
nuestros lugares ya no son lo mismo.
Donde se quedó todo llorado,
no puedo ni mirarlo,
porque termino
completamente derrumbado,
 delirando,
sin saber como seguir flotando
aunque muera temblando.

Hay que ser honesto,
ya no vale disimular más gestos
que insinúen volver a querernos,
porque aunque entre tus dedos
mi historia esté expuesto,
juntos, ya no desafieremos
más inviernos.
Junto a lo infinito,
moriremos,
sin saber en qué extremos.

Sí,
te echo de menos,
te has convertido en mis anhelos
en cada noche sin sueño.
No sé
si moriré tirado
entre tantos recuerdos,
 que tu piel me ha dejado.
Tu silueta
completamente, me ha abandonado,
con un rastro de dolor
dejando.





miércoles, 13 de julio de 2016

¿Nos hundimos en el infierno?

Bajé al fondo del infierno
esperando hallar
otro momento entre tus senos,
o vender mi corazón,
a riesgo de encontrar
una peor postora.

Yo
temblando junto a mis sentimientos
por volver a verte,
olvidando mis besos
y volviéndome aún más demente.
Tú,
nacida de las más lejanas estrellas,
interrumpes tu continuo vuelo,
olvidando atardeceres,
para derrochar dolor por tus poros
y dañando a cualquier alma que se te acerque.

Y sí,
te he querido,
aunque no tengas solución,
y me destroces,
con cada una de tus palabras.
Joder,
no quiero ser otra vez el idiota
que te llama de madrugada
pidiéndote otra balada.

Pajarillo inquieto
tomas tu vuelo
hacia lo infinito de estrellas,
en busca del alma
que mandaste directamente
a los confines infernales,
aunque en ello te cueste las alas,
sin aclarar un por qué.

Y te espero
en este infierno
lleno de cuadros sin color,
y donde cada vez siento más fríos
los dedos que antes mantenías calientes.
Eres
la culpable de todas mis guerras,
hunde tu amor
en algún corazón,
si no llegas a encontrar
lo que queda del mio.


martes, 5 de julio de 2016

No es suficiente.

Rompes la mutua indiferencia,
estipulada,
no en contrato,
pero sí en ilusorio pacto.

Te atreves a llamarme,
borracha,
a las 5 de la madrugada,
con una de nuestras canciones
(aunque no te acuerdes de ella)
al fondo de un audio,
diciéndome,
que no te has podido olvidar de mí
durante todo este tiempo.
Ironías de la vida,
que no se harta de burlarse 
de este perro vagabundo.

¿Cuánto más he de sufrir por ti?
Si maltréchaste mis besos
en todo el pasado.
¿Intentas destrozar los ápices que quedan de mí?
Joder,
si siguiéndote he perdido el norte,
llegando a no saber si vivía en tu cuello
o en el mio.
¿Quieres volver a morderme
sin buscar más que amistad?
He dejado demasiadas cosas perdidas
en el maldito camino
para volver a otra de tus mentiras,
para volver a perder y perder,
aún más, de lo perdido que estoy ya.

Volví al punto,
en el que ya ni existe orgullo,
ni mucho menos,
nunca hubo orgullo
tal y como tú piensas,
si lo único que soy en un atajo
de miedos
y nervios,
incontrolables,
al ver pasar tus ojos.

Me he balanceado por un hilo
encima de un vacío,
por ti.
Soy todo lo que soy
por ti.
Y tu eres lo que quiero,
y por ende,
no quiero perder.

sábado, 2 de julio de 2016

Sigues (presente y pasado)...

Y sigues...
sigues rondando por los pensamientos
con paso firme e incesante,
somo si fueran las callejuelas
por donde vivían nuestros días;
sigues
alterando cada uno de mis sentidos,
aún con tu presencia más que ausente;
sigues dando pequeños disparos,
a sabiendas de la debilidad de mi piel
y de la poca profundidad de mi corazón;
sigues
y seguirás estando,
 sin estar, en este presente,
que está más perdido, y
sigue, dando los mismos
palos de ciego
que cuando apareciste.

Te vi,
 no pude evitar huir,
(cual perro cobarde,
que esconde el rabo entre las piernas)
decidí no acercarme
y ver que tan preciosa estabas.

Las noches
aburridas con su saber del pasado,
con tu sabor alejado.
Los días,
terribles agonías
que parecen pesadillas en vida.
Continúan una tras otra,
corriéndose en las agujas de reloj,
esperando un nuevo drama
para saber a quién realmente
ama.

Peligrosa
de boca silenciosa.
Morena
de dulce tacto,
y sabor áspero,
enloqueciste mi vida patosa
con tus defectos ondulados.
Sin patria y sin nación,
ahora,
con mi hogar en tu cuello.
De ti huyo
de ti temo,
de ti quiero.














miércoles, 8 de junio de 2016

Brisa de un alma perdida.

La brisa de verano
entra por la ventana,
mientras brota sangre negra
de las más externas entrañas,
y las sensaciones de bienestar,
acopladas al alma,
tan solo tratan de no caer
en el más profundo
y adherirse a la primera locura
que se acerque con piernas bonitas
detrás de bambalinas.

Encontrando a la libertad
del hombre perdido,
entre las carreteras
con la brisa de verano en las mejillas
durante los días de anocheceres tardíos
y en los andares entre árboles
que silban al compás
de la ausencia de temor,
porque más temor que perder
lo que ya al final se ha perdido
no hay.

Entre el caos de las hojas
que ya no saben si vivir
o caer y marchitarse,
suenan los cuatro movimientos
que a destiempo
vuelven lunáticos
a los búhos de media noche
y a los lobos afiliados
a luz de la luna.

Bolígrafo en mano,
versos en mente,
pierde el ritmo latente
aquel ermitaño
curtido por los cientos de años,
creyente
aún de los ya viejos mitos
de amores eternos
y batallas ganadas a golpe de palabra.
Sentado esperando
a que pare el tictac
bajo el cobijo
de árboles no más jóvenes que él.

Bolígrafo en mente,
versos en mano,
toma su último aliento
de un amanecer ya casi naciente,
recuerda los años
de una larga vida
de extraños conocidos
que terminaron siendo irreconocibles
ante la retina de sus bocas
y los labios de sus ojos.
Muerto ya por dentro,
necesitado de vida encarnada
en frases regaladas,
durante las más tiernas baladas,
a las pieles magulladas
por sus destruidos amores.

Esparcido por el universo,
entrando como una brisa por una ventana,
resaltan los irreconocidos versos
de aquel viejo perdido, ahora,
en el tiempo,
encontrando a su amada
en lo eterno de estar muerto.

jueves, 26 de mayo de 2016

Maldito el humo que desprendes

Lo más lejos
de tus rizos,
sin poder oir
los balbuceos de tus labios.

Cojo un cigarro,
lo enciendo,
cierro los ojos,
le pego un calo,
y no echo el humo,
no hasta que elimine
lo tan imprescindible de matar
dentro de mí.

Esto
es lo más cerca
que me encuentro,
en este duro presente,
de ti;
la única forma que me queda
de tenerte en mí.
¿Qué hago yo ahora
con todas estas ganas de besarte?
¿Qué hago yo
con todas estas ganas de amarte?
Me quedo vacío de palabra
pegando una última calada,
recordando tu nombre
anhelando tus roces.

Te vas,
te marchas
y yo, otra vez,
fumando junto a mi bebida,
más solo
que un chiquillo abandonado.

Llorando como un bruto
en este atropello
de vagón de metro,
siendo esa imperfección
que intentó gobernar
lo salvaje tu vida.

Malditos los versos de Neruda,
que se alojaban entre las sabanas;
malditas las letras de Sabina,
que se respiraban en tu sonrisa;
malditas las noches de verano,
malditos los atardeceres de otoño,
malditas mis palabras de invierno.
Maldito yo,
malditos mis versos
que solo desprenden tu olor
y con los que muero
con la mano en el corazón