domingo, 1 de noviembre de 2015

Que sé yo ya

Se me ha vuelto a derrumbar el alma,
al pensar en las últimas palabras
que me dirigiste cuando te tenía entre mis manos
y podía mirar hasta el interior de tus pupilas,
negras como la noche,
que se camuflaban durante las sombrías horas.

Rompí la agonía internar,
desatada por el amargo sabor del recuerdo,
con llanto disimulado al son de la balada más triste
de las letras más sentimentalmente escritas,
no aguante ya más en mi ser.

No quiero más que unas sencillas palabras,
articuladas por tus eternos labios rojos,
intentando contrarrestar el silencio
que se sitúa entre nosotros dos.

Pero, a lo mejor, lo que necesito
es un eterno silencio que me enamore
que mate la situación incomoda del no articular sonido
y lo haga un momento lleno de entera belleza.

No sé ya que pensar en este camino pedregoso
no sé por donde ir en este sentimiento,
espero poder gritarte mi silencio
a los dulces gritos de tu boca.



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