miércoles, 13 de enero de 2016

Solo dime algo.

Sangran las miradas entre salidas;
 las dichosas palabras, que tanto cautivan,
los momentos tiernos;
las noches más oscuras, pero juntos;
sangran los besos, entre sonrisa y sonrisa;
pero cuando más sangran
es cuando no los das,
cuando tu atención se pierde
entre ineptitudes 
y antonomasias.

El tiempo no apremia los esfuerzos,
no permuta el resultado,
la lucha entre las miradas
no cambiaron lo maldito esperado.

Quemada ya mi garganta
por aullar demasiado, en busca de tu presencia.
No hay nada que puedas hacer
para que este insomnio
no salga de mi puño y letra.
Aún encuentro susurros bajo mi almohada.
Puedo sentir aún las locuras de mi cabeza,
aunque cada vez más entrecortadas;
los llantos no ceden a la tranquilidad,
rompen sobre mi rostro
sin saber cuanto más aguantará.

El intervalo estático,
la silenciosa danza que transcurría
cuando podía mirar la profundidad de tu mirada,
sin más oportunidad que ninguna,
a llegado a ser consumida
por la ceguedad de tus actos
y lo inalcanzable de ti.

No he dejado más que mi total,
mi alma 
mis malditos versos
en una inutilidad de sueño,
pendiente siempre de un hilo,
para llegar a pesadilla.
Me moriría si no fueras ese sueño,
si no fueras esa proporción
que me hace ser más demente,
pero la agonía entre el ser pesaroso
y misántropo que soy,
y tu destructor ser
y dividida.
se hace irritable.

Solo dime algo.

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