martes, 29 de diciembre de 2015

Remoto humo.

En el límite de la desesperación,
donde el amor vive embriagado
sin poder olvidar lo novato en lo práctico.

Cohibida, entre los vacíos
dejados por el tiempo,
dueña de las calles de poemas y locos,
en su nocturno horario.
Baila, llenando sus pulmones de muerte,
deplorando los caminos perdidos
y enredos de la vida,
para sentir que sigue subsistiendo.
Asfixiada, entre lo mutuo,
y sufriendo lo efímero
del humo en el aire.

Es vibrante ver como te consumes,
como una cerilla al fuego,
entre tu caos y hermosura

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